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Entrevista a Zidrou y Oriol Hernández por ‘Les 3 fruits’

Una de las ventajas de contar con una plantilla de profesionales del cómic en activo es que siempre estás al día de sus proyectos y futuros lanzamientos, y en esta era de la información y teniendo un blog sería una pena el que estas primicias se perdieran entre las paredes de la Escola Joso.

Por lo tanto, y aprovechando que en nada Oriol Hernández, uno de nuestros grandes talentos, presentará su segundo álbum ni más ni menos que en el mayor festival de cómic de Europa, nos disponemos a compartir esta entrevista en la que nos cuenta en primicia todo lo que puede -y le dejan- sobre Les 3 fruits su nuevo trabajo, proyectos en proceso y su día a día como artista del cómic:

D.: Estoy junto a Oriol Hernández, quien el próximo 23 de enero presentará Les 3 fruits,  su nuevo álbum junto a Zidrou. ¿Cuéntanos, en qué consiste, qué son Les 3 fruits?

O. H.: Trata sobre un rey del medievo que está llegando al final de su vida y se encuentra aterrorizado ante la perspectiva de la muerte, más cuando lo ha tenido todo y ve que lo único que no alcanzará a poseer es la vida eterna. Pero ante él aparece el diablo, quien a cambio de casarse con la hija del monarca le otorgará la eternidad. Aunque mayor problema será que según la letra pequeña del contrato el rey tendrá que comerse al más valiente de sus tres hijos.

Ante esta situación, los tres vástagos parten cada uno en una aventura diferente para combatir a los grandes azotes del reino: el frío invierno, los terremotos y las epidemias y demostrar quién posee mayor valor. Y no quiero decir mucho más para no desvelar partes importantes de la trama, pero digamos que esa es la premisa inicial: un pacto con el diablo y sus consecuencias.

D.: El medievo, el diablo, inviernos, terremotos, pestes… todo es muy lúgubre y siniestro, algo que hemos podido observar en las páginas de muestra que has ido colgando en Facebook a lo largo de estos meses. ¿En qué te has inspirado para retratar todo este oscuro universo espada y brujería?

O. H.: Básicamente en lo de siempre. Los artistas de referencia que siempre me han  gustado, y, además, que a mitad de La piel del oso, Zidrou ya me propuso hacer algo medieval, por lo que empecé temprano a recopilar imágenes de diferentes pintores, cómics, etc. Te puedes hacer un mapa mental del estilo y color que quieres. Aunque hasta que no lees el guión no tomas una dirección final que hará que se parezca más a una cosa u a otra.

Aún así, siempre procuro trabajar con una idea un poco cerrada de lo que quiero hacer, y aquí tomé de referencia al Drácula de Breccia y a una de las primeras obras de Mignola, Fahfrd y el ratonero gris. Elegí estos dos álbumes tanto por el estilo, color y narrativa. Además, observando el guión de Zidrou me percaté de que existían ciertas similitudes, aunque involuntarias, con la manera de narrar de Mignola. Igualmente, ambos autores siempre me han gustado y en cuanto tienes oportunidad de sacarlos a relucir lo haces encantado. Es como si ahora te encargan un cómic de personajes súper cachas que se pegan; lógicamente recurrirás a Simon Bisley, que es un autor que siempre me ha gustado y en un momento tienes mil y una ideas y referencias que sacar de él.

D.: Hablando del proceso de trabajo, ¿Cómo es trabajar con Zidrou?

O. H.: En mi caso, muy fácil. Me envía el guión y luego me deja hacer lo que quiera con él; muy pocas veces me pide que cambie algo. De hecho, puedes cambiar algunas cosas que mientras respetes la narración a él le parece bien. Lógicamente, no puedes saltarte el guion y hacer algo que no está y no tiene nada que ver, claro.

D.: Esta era la segunda ocasión que trabajabas con él. Habrá sido todo mucho más cómodo, imagino.

O. H.: Sí. Lo que he querido cambiar respecto al primer álbum es la presión bajo la que te sientes al ser tu presentación y que  van a conocerte con ese cómic. Esta vez he intentado rebajar la tensión y hacerlo todo más natural; reduje el tamaño de la viñeta para que la producción fuera menos tensa y con menos dolores de espalda, por ejemplo.

D.: ¿Entonces, muy nervioso ante la presentación en el Festival de Angoulême de tu segundo trabajo o ya tanto? Porque La piel del oso dejó el listón muy alto en cuanto a premios, recepción y crítica.

O. H.: La verdad es que un poco, pero es que es algo que ya no depende de ti. Creo que el álbum está mejor, pero puede que al final la mayoría de la gente opine que está peor. Es algo de lo que tienes que vivir un poco al margen, sin obsesionarte. Zidrou, en este aspecto, lo lleva muy bien: no se mira ninguna crítica y cuando nominan algún álbum suyo a un premio le sirve para leerse los otros nominados y descubrir nuevos títulos, nada más. La actitud es esa, no hacerle más caso del  necesario para seguir trabajando y evolucionando.

 

D.: ¿Y el Oriol de Les 3 fruits en comparación con el de La piel del oso como está? ¿Mejor? ¿Peor? ¿Qué ha cambiado en ti?

Bueno, estoy más tranquilo trabajando. El hecho de bajar el formato me ha quitado presión, aparte de que ya no era el primer álbum, con el que te va a conocer la gente y eso te acongoja mucho. El segundo es mucho más relajado, más todavía si el primero ha ido bien; imagínate si La piel del oso hubiera sido un desastre a nivel de ventas y todo, estaría con una tensión tremenda por intentar cambiar el rumbo de las cosas en este segundo intento.

Pero sí, con Les 3 fruits la producción ha sido muchísimo más relajada y, al mismo tiempo, más rápida. Si con La piel del oso tardé dos años para 62 páginas, con este 78 páginas me han supuesto año y medio.

D.: De todos modos, lo que sí estás es con la maquinaria a tope, ya que en tu perfil de Facebook has subido páginas de un nuevo proyecto.

O. H.: ¡Sí, hay que aprovechar!Además, con Zidrou trabajamos así, cuando estamos haciendo un cómic ya planteamos el siguiente.

Este que estamos preparando conserva la esencia de la idea original o lo que queríamos que fuera en un principio: un álbum de samuráis dentro de un homenaje a la pintura de Joaquim Mir. Había descubierto este pintor en el MNAC hará cosa de medio año durante una visita con los alumnos de la Joso para que vieran la obra de Marià Fortuny, y me quedé alucinado con Mir y su estilo. Luego, mirando más obras suyas por Internet, vi que muchas de sus obras estaban inspiradas en su etapa en Mallorca y con el cromatismo propio de una isla y sus paisajes. Así pues, se me ocurrió que sería un entorno ideal para ambientar una historia de samuráis, moviéndonos entre las pinturas de Joaquim. La idea gustó a Zidrou y se puso manos a la obra, pero los editores franceses no quedaron tan entusiasmados con la propuesta, ya que están acostumbrados a editar varias obras de samuráis y que solamente una o dos les reporten beneficios, por lo que conservamos el homenaje a Joaquim Mir y nos fuimos a 1900, donde aparecerá junto a su amigo y protagonista de la historia, Vidal Balaguer.

 

D.: Has hablado de un montón de cosas que has aprendido de un álbum a otro, como no presionarte tanto ni obsesionarte con los detalles en favor de la narrativa, o de tus inspiraciones en el cómic y la pintura. ¿En tu día a día como docente de la Joso qué conocimientos y aprendizajes intentas transmitir a tus alumnos?

Del todo a las partes. Hace años tuve un alumno, César, quien al comentarle este concepto me explicó como un antiguo profesor suyo de diseño apuntó la frase en la pizarra el primer día de clase y la dejó allí durante todo el curso para que fuera calando en los alumnos y se acostumbrasen a trabajar con esa idea en mente. Es decir, que si dibujas un cuerpo no empieces primero por un ojo, luego la oreja, etc., porque seguramente al final no te quepan los pies en la hoja, sino que primero imagina y esboza cómo es el cuerpo y sus dimensiones y luego ponte con él. Pues lo mismo para un cómic: si empiezas por la primera página y eliges darle unos tonos saturados, ¿Qué haces cuando llegas a una parte de la historia mucho más intensa? ¿La pintas más saturada todavía? Tienes que partir de un todo para saber cuándo una viñeta será más grande, más pequeña, cuando el dibujo será más detallado porque la narrativa se pausa, etc.

El principal impedimento para trabajar con algo terminado y no con partes es que para cobrar las páginas tienes que tenerlas acabadas; las presentas y te pagan. Aunque siempre está la opción de negociar que el pago del cómic sea fraccionado en tres partess: así, primeramente haces el storyboard y el editor lo aprueba o pide cambios y da un primer ingreso, presentan las páginas, cobran de nuevo y, finalmente, se manda el cómic a la imprenta y se termina de remunerar al artista. De ese modo puedes trabajar con más calma y del todo a las partes.

En mi caso, ahora estoy con las cinco primeras páginas de muestra de Natures mortes, ya que quiero llevarlas a Angoulême para que ver qué opinan y arranque el proyecto por parte de los editores, si es que tiene que acabar arrancando, claro. A partir de ahí, en febrero ya debería tener la traducción del guión al completo y entonces sí quisiera poder plantear, si no todo el storyboard, las principales escenas y secuencias de páginas.

D.: No es la primera vez que oigo a un alumno decir que tus clases de color digital han sido su punto de despegue o inflexión para aprender a dominar todo el tema pictórico. ¿En tu caso, cuando eras alumno cuándo y cómo fue ese momento?

O. H.: Bueno, lo cierto es que cuando yo era alumno se daba color digital pero todavía no teníamos tabletas digitales, por lo que coloreábamos con el ratón y las limitaciones que eso suponía, aunque aprendíamos las nociones básicas y funcionamiento de Photoshop. De todos modos, yo siempre he pintado: no concebía un dibujo si no era a color, a menos que se tratase de un ejercicio de trama, línea, etc., pero siempre acababa coloreándolo. También tuve consejos y nociones pictóricas por parte de profesores como Jaime Martín o Gerard Losilla, además de la base del color, que se aprende en un par de clases.

Luego, cuando empecé a trabajar en Filmax probé mi primera tableta gráfica y, por suerte, estuve rodeado de gente que dominaba el medio digital y me enseñaron como manejarme con soltura, aprendiendo un montón gracias a ellos.

D.: Tu estilo es muy pictórico y, aparte, muy peculiar. ¿Cuáles son tus referentes?

O. H.: A quien más he mirado es Simon Bisley, por quien tuve unos años de obsesión brutal, llegando a coleccionar todos sus tebeos. Además, tiene influencia de muchos pintores, lo que te sirve de puente para pasar del cómic a artistas ajenos al medio pero con un color más que interesante.

Hay tantísima gente haciendo cosas geniales e Internet te da acceso a tal cantidad de artistas que ahora mismo no se me ocurren la mayoría de los que me gustan, pero así, a bote pronto, que haya descubierto recientemente y me hayan dejado bastante flipado te puedo decir Georges Beuville, Dong Kingman un acuarelista muy bueno, también este año he dado con Ferenc Pintér, que era italiano y sus pinturas son la hostia. El año pasado también descubrí al ucraniano Kolesnikov, otro pintor brutal.

Siempre va apareciendo alguno que te fascina, y al observarlos descubres cómo aplican soluciones o sintetizan ideas; por ejemplo Beuville tiene una pintura muy narrativa por la forma en cómo expresa, o Kolesnikov, quien al pintar paisajes en el exterior y debido al frío que hacía lo realizaba con mucha rapidez, viéndose obligado a hacer algo directo y económico, como en lugar de pintar ramita por ramita despuntar el pincel, aplicando magistralmente el concepto del todo a las partes, dónde dar detalle y dónde omitirlo.

D.: Imagino que hasta cierto punto resulta inevitable en gente que está empezando, pero me llama la atención el que no son pocos los artistas noveles que intentan, más que imitarte, hacer un calco de tu estilo. ¿Qué les dirías? ¿Es una buena vía para empezar, una mala idea?

O. H.: Siempre he pensado que con la cantidad de artistas que hay no le veo sentido a imitar o copiar a alguien que también está empezando. Me da la sensación, al ver a alguien que intenta emular el estilo de otro, de vagancia en cuanto a referentes. Y si lo observo en mi caso y lo hacen porque o me han tenido como profesor y les he contado cómo coloreo o hago las cosas, que no se queden ahí y que lo apliquen a artistas con muchísimo más recorrido.

Que es normal, ojo, a mí también me ha pasado; he tenido profesores que cuando ves su trabajo te impresionan y marcan una nueva dirección a la hora de dibujar. Y también al contrario, otros que intentan imponerte su modo de trabajo o estilo y eso te genera un gran rechazo al no poder trabajar como ellos. Pero que el alumno no se quede con uno solo, ya que creo que todo profesor debería explicar cómo trabaja y dibuja y que así la gente vea el abanico tan amplio de estilos entre los cuales identificarse o aprender, que cuantos más puntos de vista mejor y más contribuirán a generar un estilo propio.

De todos modos, creo que mi caso no es nada escandaloso al lado del de, por ejemplo, Roger Ibáñez. ¿Cuántos alumnos y exalumnos no intentan imitar al máximo su dibujo? Que es muy grande y dibuja realmente bien, sí, pero, joder, ¿No dibuja también maravillosamente Harold Foster? Y ya no se trata de dibujar mejor o peor, sino de que no hay que ser vagos a la hora de buscar referentes, sobre todo teniendo Internet, en lugar de tirar de quien te queda más a mano.

Por ejemplo, hay alumnos que no tienen pulso o que no saben interpretar un dibujo con manchas, trabajando de un modo que no es natural para ellos. A mí me ocurrió: durante mucho tiempo estuve intentando dibujar de una manera que no era natural ni cómoda para mí, hasta que me di cuenta de ello. Y eso lo aprendes viendo y proponiéndote diferentes formas de trabajar.

Que muchos imitan a autores porque son buenísimos dibujando…

D.: Y quizás no deberían dejarse llevar tanto por la admiración, ¿no?

O. H.: Exactamente, echas de menos que busquen cosas diferentes, variedad, para encontrarse a sí mismos. Además, hay que aprender que hay autores que te sirven para ciertos aspectos y para otros no; por ejemplo, a mí me gustan muchísimos dibujantes pero únicamente para admirar la belleza de sus dibujos, porque soy consciente que jamás podré dibujar algo como ellos porque ni es mi estilo, ni temática o manera de trabajar.

D.: A todo esto, antes te has referido a ti mismo como “artista que está empezando”, pero menudos inicios…

O. H.: Porque con Zidrou fue muchísimo más sencillo. Tenía el camino hecho, que no es lo mismo tener que empezar sin que nadie te conozca que hacerlo yendo del brazo de alguien que vende cientos de miles de ejemplares y del que se hacen incluso adaptaciones de cine.

 

D.: Bueno, pero modestia aparte, mirando hacia atrás y con un segundo álbum a punto de salir del horno, ¿Cuales crees que son los mejores consejos y aprendizajes que has recibido hasta la fecha?

Me quedo con el de disfrutar. Pasárselo bien y no rallarse, que el dibujo y, sobre todo, el cómic es algo en lo que invertirás muchísimas horas y como no estés disfrutando será una mierda. Me sucedió con el primer cómic; durante muchos meses fui a contracorriente de mí mismo y de cómo suelo dibujar y hacer las cosas, por lo que lo pasé muy mal, e intento que no vuelva a ocurrir.

Luego, que es importante saber lo que estás haciendo, ya que en ocasiones vas con una idea muy personal de lo que es el cómic y el vicio de dibujar para ti mismo, y jamás debes olvidar que quien lo va a leer será lector o gran público. También me ocurrió, y en ocasiones sigue ocurriéndome, que te obcecas en hacer un dibujo impresionante en lugar de ponerlo al servicio del conjunto, de manera que beneficie la narrativa y, en consecuencia, al lector. Que no sea un dibujo tan chulo, pero que se lea mejor lo que pasa y se ajuste al ritmo es positivo para el cómic. Y por más que te lo digan cuesta de aprender.

En todo caso, te ayudan a verlo muchos autores que a priori no tienen un dibujo muy espectacular pero que son excelentes narradores y te hacen apreciar el cómic de un modo distinto, además de descubrir que se pueden hacer un montón de cosas y la cantidad de recursos existentes. De hecho, creo que el tebeo todavía es un medio relativamente joven en el que todavía queda mucho por explorar. De ahí que siempre me hayan parecido bastante aburridos los autores que se parecen demasiado a otros. Que en ocasiones los parecidos son inevitables, sí, pero pese a tirar hacia las cosas que te gustan e influyen lo que necesitan el cómic y el mundo en general son nuevas maneras de mirar las cosas,variedad de influencias.

D.: Esperamos que la gente disfrute tanto leyendo Les 3 fruits como tú has disfrutado haciéndolo, ¿Pero para los que no te conocen todavía qué les dirías que les animase a hacerlo con esta nueva obra?

O. H.: Si todo sale según lo previsto, cuando lean el cómic se van a sumergir de lleno en una atmósfera un tanto peculiar, incluso incómoda; un universo siniestro pero al mismo tiempo con cosas bellas que no debería dejar a nadie indiferente.

D.: Pues ya sabéis, amantes de lo macabro y peculiar, os emplazamos a leer lo nuevo de Oriol Hernández y Zidrou en cuanto se edite en nuestro país (o antes, si domináis el francés). Muchas gracias por la entrevista y no te deseamos suerte con la presentación porque no te hará falta con este pedazo de álbum.

O. H.: ¡Gracias a vosotros!

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